Los niños con enfermedades incurables más que una estadística, es una realidad. Una realidad que determina y que a su vez es determinada por un paciente, por una familia, por un entorno. Cuando un niño enferma de algo incurable (no solo cancer), él y su familia deben hacer frente a una serie de implicaciones que derivan especialmente de ese diagnóstico. Tales implicaciones dibujan nuevos horizontes para la asistencia de enfermería ampliando su campo pero también su objeto de acción y relativizando el cuidado ofrecido convencionalmente. La ayuda domiciliaria se convierte en una alternativa muy aconsejada.
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